La Regla de la Ordo Militaris Catholicus
- A todos los católicos que desprecian una vida mediocre, la cual consiste en vivir para sí, y a quienes aspiran a mantener, proteger y servir la Fe Cristiana y el Reino de Nuestro Señor Jesucristo, en la tierra, mediante la defensa y la liberación de sus hermanos católicos, aún a riesgo de su propia vida y cuerpo, y a quienes han llevado una vida mundana, en la cual el servicio a Jesucristo no era su única ambición, los exhortamos a asumir la Compañía y la Hermandad de la Cruz con hombres a quienes Dios ha elegido de una masa de perdición y a quienes ha ordenado, a través de su Graciosa Misericordia, defender a la Santa Madre Iglesia, urgiéndolos a unirse en su compañía para siempre.
- Por sobre todas las cosas, quien vaya a ser miembro de nuestra Orden debe unir en su profesión de fe, un espíritu de resuelta prontitud y diligencia junto a una firme determinación en la perseverancia, las cuales son manifestaciones de valor, santidad y nobleza, que si se preservan sin mancha en la vida, les hará merecedores de un lugar en la compañía de los mártires que dieron sus vidas por Cristo Jesús.
Aquí comienza la Regla de la Ordo Militaris Catholicus - Que todos los católicos que renuncian a su propia voluntad para servir al Soberano Rey del Universo, Cristo Nuestro Señor, para la salvación de sus almas, y durante un período estipulado de tiempo en esta Orden, se esfuércen en todo tiempo y lugar, con pureza de deseo, a fin de escuchar Misa diaria, doquiera se hallen, y si eso no fuere posible, recen doce Padrenuestros con un Requien Aeternam por las almas necesitadas. Y reciban la sagrada Eucaristía con las debidas disposiciones; si es necesario, después de piadosa confesión.
- Si un soldado u otro hombre de cualquier condición desea dejar atrás la masa de perdición y abandonar una vida mundana y compartir nuestra empresa, no se le consienta ser recibido inmediatamente, pues como enseña el apóstol San Pablo, “Prueba cada espíritu para ver si es de Dios”. Pero si se lo hallare aceptable para cualquiera de los grados de pertenencia, léasele esta regla en voz alta, y si manifiesta voluntad de observarla celosamente, y agrada al Maestro o a su Delegado y a los Hermanos del lugar reunidos en capítulo, permítasele solicitar su incorporación a la Orden con un corazón puro, poniendo su mano derecha sobre el Evangelio, prometiéndose así, con rodilla genuflexa delante de la Cruz de Nuestro Señor: Por el amor a Jesucristo, Nuestro Rey y Señor, prometo el servicio de “x” número de años con el grado de __________ (grado de servicio) en defensa de mis hermanos cristianos y para la liberación de personas, propiedades y tierras, aún a riesgo de mi vida y miembros; para cuyo propósito prometo obediencia al Maestro de la Orden y sostener la Cruz de Cristo. A lo cual todos los hermanos reunidos responderán:“Deus Vult! No hay mayor amor que dar la vida por amor a los hermanos! Fiat! Fiat! Amen!” Después de lo cual el Maestro o su Delegado dará al nuevo hermano una cruz de madera que deberá besar con reverencia.Ya de pie, que el Maestro o su delegado le impongan la insignia de Nuestra Orden diciendo: Benditos los hombres que merezcan portar nuestra insignia. Que sean suyos el honor y la gloria en el mundo por venir.Y que los hermanos le den la bienvenida.
- Que en la Orden haya tres grados de servicio: Hombre de Voluntad, Hombre de Servicio y Hombre de Listas. El Hombre de Voluntad provee a sus propios gastos y no recibe salario; el Hombre de Servicio no busca salario pero acepta de la Orden un aporte para gastos; y el Hombre de Listas por las necesidades de su familia acepta un módico salario. Que el primero sea honrado, que al segundo se le agradezca y al tercero se lo respete.
- Que todos los nuevos hermanos que alcanzaron rango militar en el mundo antes de su profesión de fe, conserven su rango en la Orden. Quienes fueron oficiales, que revisten entre los comandantes de campo: Los religiosos o clérigos que revisten como nuestros comandantes de consejo. Y que todos aquellos que se distingan en la batalla reciban el debido reconocimiento y honor.
- Es obligación del Maestro y del Consejo decidir en todas las cosas relativas a la Orden; pero es deber del Consejo de Comandantes en el Campo planificar y ejecutar todas las operaciones militares y de seguridad decidas por la Orden. Que el Maestro sea uno y que los miembros del Consejo sean 12; que el Consejo de Comandantes sea integrado por tantos como sea necesario y útil y que todos los hermanos les obedezcan.
- Que todos los hermanos con buena salud se abstengan de comer carne los viernes, en honor de la Pasión de Nuestro señor, excepto en Navidad, y que ningún hermano permita que otro se emborrache en ninguna época del año. Que nadie consuma nada que pueda alterar la disposición natural del cuerpo a su pureza o de la mente a la sobriedad.
- Que todos los hermanos celebren las fiestas en honor de los patrones de Nuestra Orden con misa y una comida en común, siempre que esto sea posible.
- Que ningún hermano provoque a enojo u ofensa de otro; tratando todos de mantener la paz y moviendo a la reconciliación cuando haya habido ofensa.
- Que ningún hermano blasfeme o tome en vano el Nombre del Señor y de los santos, tratando de desarraigar ese vicio en los hábitos del habla. Y sopórtense unos a otros con paciencia sin desviarse de lo que es recto y justo en la Fe Católica.
- Que ningún hermano transgreda la modestia cristiana, ni permita que otro lo haga; y que ninguno se permita nada conducente al vicio de impureza.
- Que todos mortifiquen la carne tanto como sea necesario a su constitución particular; y que ninguno induzca a otro a la glotonería o el vicio.
- Que todos los hermanos civiles, se esfuercen para entrenarse en las artes militares y en el discernimiento requerido para el uso de las armas para el bien y no según las pasiones. Que custodien y protejan los bienes de la Orden y no permitan su mal uso o saqueo por parte de hermano o de enemigo. Y mantengan los equipos de combate en buen estado y listos para su uso.
- Que todos los hermanos se encomienden a sí mismos y sus obligaciones a la Protección de la Sagrada Virgen María, bajo cuyo manto y por esta Regla hemos colocado a Nuestra Orden, y a todos aquellos a quienes servimos por amor a su Hijo. Amén.
Recomendamos que todos los que desean unirse a Nuestra Orden, primero lean este corto artículo sobre la obligación moral que se impone mediante la Promesa de cumplir nuestra Regla: Pledge of our Rule.
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